Cuando tienes que escribir y no te dedicas exclusivamente a ello, es decir, cuando dependes de un trabajo nutricional y además tienes una familia propia, lo más habitual entre la mayoría de los escritores, resulta realmente complicado encontrar el equilibrio. Entonces intentas organizarte: diseñas tu Google Calendar y tratas de hacer realidad aquello que tan meticulosamente habías planificado. Pero al final la vida se te impone sin pedir permiso y no consigues llevar a cabo tu pasión, tu propósito, lo que has venido a hacer a este mundo, a lo que sigue una sensación de frustración y profundo descontento contigo mismo.
Para evitar que esto ocurra, tenemos que mantener la cabeza fría y no dejarnos llevar por el desánimo. Tenemos que decirnos a nosotros mismos que, si no vamos a poder escribir durante una hora, como nos habíamos propuesto, al menos sí podemos hacerlo durante 20 minutos. Entonces aplicamos método Pomodoro, esto es, nos ponemos una alarma para que suene a los 20 minutos exactos y trabajamos enfocados al máximo durante este tiempo, con lo que habremos logrado evitar un día perdido, seguir creando hábito y sentirnos mejor porque realmente habremos avanzado.
Lo que vale para la escritura vale también para la lectura, para el deporte y para las relaciones sociales, por ejemplo: más vale hacerlo durante 20 minutos totalmente enfocados que no hacerlo. Y lo bueno es que también funciona a la inversa, es decir, si una tarea rutinaria la podemos hacer en 20 minutos, ¿por qué emplear más tiempo del necesario? Así, podemos asearnos, desayunar, comprar, etc, en 20 minutos, en lugar de hacerlo, por ejemplo, en hora y media cuando nos encontramos cansados y no queremos empezar con lo que realmente debemos hacer. Así que, recordad: los 20 minutos son mágicos.
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